el viernes pasado a las 16:24
el viernes pasado a las 15:36
el viernes pasado a las 9:29
Un juego digital que prometía aventuras terminó convirtiéndose en una pesadilla real para dos niñas en Toltén, extraviadas por seguir instrucciones en línea. La infancia no distingue entre lo real y lo virtual cuando no hay adultos que guíen y contengan. Hoy no basta con darles acceso a la tecnología, hay que educarlos, protegerlos y asumir que, sin límites claros, están solos frente a un mundo que no perdona.
La reciente desaparición de dos niñas en la comuna de Toltén no es solo una triste noticia local. Es una alarma nacional. Las menores, de apenas 09 y 12 años, se extraviaron tras haber seguido las indicaciones de un juego en línea que las impulsaba a realizar una “búsqueda en el mundo real”. Lo que para ellas era parte de una fantasía interactiva, terminó siendo una situación de alto riesgo que movilizó a sus familias, autoridades y equipos de emergencia durante horas angustiantes.
¿Conocemos las dinámicas de los retos virales? ¿sabemos lo que nuestros hijos hacen en sus teléfonos? ¿Estamos pasando tiempo de calidad con ellos o le estamos pasando esa responsabilidad a la tecnología?¿En qué momento se naturalizó que un niño con acceso a internet decida solo los contenidos que quiere ver?
Respondamos a estas preguntas de la manera mas honesta posible, sin auto complacencias, mentirnos a nosotros mismos como padres o madres puede hacer la diferencia entre cuidarlos y exponerlos a riesgos que podemos evitar.
Este caso nos enfrenta a una dolorosa realidad: nuestros niños están navegando solos por un mar digital lleno de tormentas, sin brújula ni salvavidas, mientras los adultos miramos hacia otro lado. Juegos aparentemente inofensivos —muchos con estéticas amigables y dinámicas atrapantes— son diseñados para evadir el control parental y explotar la curiosidad infantil, llevándolos a asumir conductas imprudentes, riesgosas e incluso peligrosas.
El problema no es el juego en sí. El problema es la ausencia de adultos conscientes, presentes y vigilantes. Se ha confundido el “dar libertad” con “soltar la mano”. Un niño no necesita un teléfono con datos ilimitados, necesita adultos que pregunten qué está jugando, con quién, y para qué. Necesita límites, supervisión y contención emocional.
Este no es un caso aislado, es un llamado urgente. El hogar debe volver a ser el primer espacio de seguridad y guía. No es exagerado decir que hoy los juegos en línea pueden terminar afectando la integridad física de los menores. Y si los padres no actúan, lo harán las consecuencias.
Hoy las niños de Toltén están a salvo, gracias a la rápida acción de la comunidad y los equipos de emergencia. Pero no todas las historias como estas en el mundo y en nuestro país tienen el mismo final.
el viernes pasado a las 16:33
el viernes pasado a las 16:24
el viernes pasado a las 15:36
el viernes pasado a las 9:29
el jueves pasado a las 17:51
el jueves pasado a las 17:00
el jueves pasado a las 13:29
el jueves pasado a las 13:29
el jueves pasado a las 12:59
el miércoles pasado a las 17:58
el miércoles pasado a las 15:22
hoy a las 15:19
Cuatro ciclistas chilenos nos representarán en los Juegos Panamericanos Junior 2025, en Asunción, Paraguay, el 10 de agosto. Uno de ellos es el angolino Maximiliano San Martín.
hoy a las 17:09
Juegos que parecen inocentes empujan a nuestros hijos al peligro. La supervisión ya no es opcional, es urgente. La infancia necesita guías reales, no solo pantallas encendidas.
el jueves pasado a las 13:29
el viernes pasado a las 16:24
el viernes pasado a las 15:36