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Cada vez son más las denuncias de mujeres que, tras terminar una relación, siguen siendo víctimas de acoso y hostigamiento psicológico por parte de exparejas que se resisten a aceptar el quiebre. En un caso reciente que circula de forma reservada, se advierte sobre un individuo que, amparándose en historias falsas para “creer que aún mantiene una relación con su ex pareja”, recurre a llamadas insistentes, mensajes invasivos y amenazas de “funar” con historias inventadas.
Quienes conocen de cerca esta situación señalan que se trataría de alguien que, incapaz de respetar la libertad de la otra persona, dedica horas enteras a averiguar detalles privados de su vida, inventar romances ficticios y chantajear emocionalmente con información distorsionada, con la única finalidad de dañar su tranquilidad y la de su entorno cercano.
Marcela Pardo del Programa de Prevención de las violencias de género en Angol habla del "preocupante aumento de los casos de violencia digital, especialmente como expresiones de violencia de género, tales como el sexting (difusión de imágenes y/o videos íntimos de una persona), la extorsión, el ciberacoso, la humillación pública en línea, las amenazas de funas, entre tantas otras formas de violencia", quien también envía un mensaje a quienes ejercen la violencia: "es momento de responsabilizarse, de mirarse y analizar las historias de vida… ¿mis relaciones de pareja tienden a terminar de forma similar? ¿Soy capaz de observar algún patrón? ¿Soy capaz de ver las consecuencias de mis palabras y actos y la afectación en las personas que me rodean? Muchas veces no somos capaces de ver las expresiones de violencia que se han normalizado y solo reconocemos cuándo un golpe o los gritos la hacen visible… la violencia psicológica comienza de forma casi imperceptible y se basa en la intención de ejercer control sobre la pareja y esto resulta sumamente nocivo y doloroso para quien la vive. La amenaza o acciones violentas en redes sociales y medios digitales afecta directamente la salud mental y de manera profunda, más allá de incluso la vida social, laboral y la exposición pública, pudiendo llevar incluso a que las personas lleguen a quitarse la vida".
Victimas recalcan que este tipo de maltrato, aunque algunos lo disfracen de “celo” o “interés por el bienestar de la mujer o hijos en común”, lo que no es más que una forma de control y manipulación. El hostigamiento telefónico, las amenazas de difundir falsedades y la intromisión en la vida privada de una expareja constituyen delitos graves. Tarde o temprano, la justicia termina encontrando a los responsables, por mucho que se escondan tras "su supuesta imagen de persona intachable", perfiles falsos o excusas ridículas”, advierte el abogado Manuel Saavedra Gutiérrez quien asesora uno de estos casos y señala "los tribunales penales y de familia son muy estrictos cuando se trata de aplicar la ley en materia de violencia intrafamiliar; la aplicación del enfoque de género garantiza una valoración objetiva de los medios probatorios y, si éstos existen y son aportados al juicio, puede terminar en una condena para el agresor".
De hecho, la ley es clara: ningún agresor puede seguir creyendo que la impunidad es eterna. Las víctimas hoy cuentan con herramientas para bloquear, denunciar y protegerse. A su vez, quienes fomenten rumores o inventen historias para ensuciar la imagen de otra persona se exponen a querellas por injurias, calumnias y hostigamiento reiterado.
La activista feminista Isabel Concha López dice “Hay hombres que creen caminar impunes por la vida, pero se olvidan de que existen agrupaciones feministas y leyes que estamos 24/7 preocupadas de estos individuos a quienes no les vamos a permitir dar un paso más”, agregó también que "Ante las atrocidades de los cobardes tenemos que todas y todos tomar partido, pues el silencio es cómplice del nefasto".
Así, esta noticia se convierte en una advertencia directa para quien aún cree que perseguir, intimidar o chantajear es una forma de “amor”. La violencia psicológica no se tolera: todo acosador terminará enfrentando las consecuencias de su propio juego enfermizo.
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“Detrás de cada historia inventada o imaginada por el acosador, este olvida que la ley y la verdad acaban por derribar su máscara. El control y el acoso no son amor: es delito.”
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