Es cotidiano y común escuchar a personas hablar mal de otras, de alguna manera lo hemos normalizado, ya sea por acciones, por apariencia física, motivaciones laborales o simplemente porque no hay una buena relación entre ellas. Este comportamiento crítico tiene como único fin conseguir diezmar, disminuir o poner mal a la otra persona. Pero, entenderan estos seres humanos que con esa actitud lo único que logran es todo lo contrario, me gustaría dejar plasmada aquí una frase que hace años hice mía, y es queLas personas no necesitan que hablen mal de ellas, solas hablan mal de sí mismas. Alguna vez les conté respecto a mi experiencia en un diplomado de psicología laboral, fue ahí que leí por primera vez sobre el trastorno paranoide de la personalidad, que se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia hacia los demás, lo que puede llevar a la interpretación errónea de las intenciones de los demás. Existe un Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales , el que dice que las personas con este trastorno pueden ser hipersensibles a las críticas, tener dificultades para confiar en los demás y delirios de superioridad. Algunos estudios psicológicos además han demostrado que el trastorno paranoide de la personalidad puede estar relacionado con experiencias traumáticas en la infancia, así como frustraciones y en varios casos por factores genéticos. Es curioso cómo algunas personas tienen tanto tiempo libre para dedicarse a observar y preocuparse por la vida de los demás y salir a esparcir en la comunidad las esporas de sus frustraciones. ¿No sería más productivo y beneficioso para ellos mismos si en lugar de perder su tiempo en chismes y cahuines, se enfocaran en emprender y mejorar su propia calidad de vida? Parece que algunos prefieren desperdiciar su tiempo en asuntos ajenos en lugar de enfocarse en su propio crecimiento y bienestar. Pero bueno, cada quien elige cómo utilizar su tiempo, ¿no? Aunque personalmente, creo que es mucho más gratificante y enriquecedor dedicarte a construirte mejor a ti mismo en lugar de perderse en la vida de los demás. Por otro lado, las personas felices y satisfechas con sus vidas tienden a no dedicarse a hablar mal de los demás. En lugar de enfocarse en criticar a los demás, estas personas suelen dedicar su tiempo y energía en actividades que les brindan alegría y satisfacción. Además, se ha demostrado que las personas que se enfocan en el crecimiento personal y el desarrollo de sus habilidades tienden a tener una mayor sensación de bienestar y satisfacción con sus vidas. En mi experiencia personal, he tomado la decisión de no dar importancia a ciertas personas que no aportan nada positivo a mi vida, literalmente y en buen chileno no las pesco. Esta elección ha sido liberadora para mí ¿y saben qué? es sano, es terapéutico. Pero ojo, esa persona que en este caso es víctima de tu indiferencia puede reaccionar de múltiples maneras, puede agudizar aún más su necesidad de andar hablando mal de ti, puede comenzar a notar tu indiferencia y demostrar que le afecta o definitivamente entender el mensaje y cortar su estupidez (por decirlo en bonito). En cualquier caso, mantenerme firme en mi decisión de no prestar atención a personas tóxicas es una forma de protegerme y cuidar mi bienestar emocional. Al final del día eso es lo que realmente importa, estar bien, tranquilo, rodearte de las personas que te aportan, para todo lo demás existe la indiferencia, y de todo corazón se los digo… FUNCIONA. Yo lo he notado. Para mi por ejemplo escribir es muy terapéutico, no se si lo que escribo en cada una de mis columnas es bueno, malo, gusta, sirve o quizás no. Pero lo hago y tengo la capacidad y por suerte un medio que confía en eso y me brinda la plataforma para hacerlo. Pero de lo que no me puedo hacer cargo es de como las personas interpretan lo que leen y mucho menos cuanto les pueda llegar el mensaje, eso es algo que va a depender de cada uno, pero si este mensaje te llegó directamente y te afecta, te recomendaría escuchar al humorista Álvaro Salas y darle sentido a su rutina del “tení que hacerte ver”.
A lo largo de la vida, es natural que nuestras creencias y decisiones evolucionen a medida que adquirimos nuevas experiencias, conocimientos y perspectivas. A menudo, cuando fuimos jóvenes, tuvimos tendencia a mostrarnos más seguros de nuestras convicciones y decisiones, ya que no fuimos tan expuestos a la complejidad y la incertidumbre que la vida puede presentar. Sin embargo, a medida que envejecemos, es común que la certeza que una vez tuvimos comience a desvanecerse, ya que nos enfrentamos a situaciones que desafían nuestras creencias y nos obligan a cuestionar nuestras propias decisiones. Este proceso de cuestionamiento y cambio puede ser especialmente evidente en la mediana edad, cuando las personas suelen experimentar una re-evaluación de sus metas, valores y creencias. Las responsabilidades familiares, las presiones laborales y las experiencias personales pueden llevar a una mayor reflexión sobre la vida y a un replanteamiento de lo que antes se consideraba muy seguro. Además, a medida que los años han ido galopando, me he visto enfrentado a la realidad de nuestra propia mortalidad, situación que a profundizado mi necesidad de introspección y a una re-consideración de creencias, amistades y múltiples situaciones en la vida. Este proceso ha sido en extremo desafiante, ya que he tenido que sortearlo con mi diagnosticada ansiedad y esta adquirida capacidad de ver la vida de manera distinta que me la otorgó el hecho de ser padre. El autor Britanico George Eliot dijo; La certeza es solo una ilusión que nos proporciona comodidad temporal ,No hay que ser un erudito para resumir que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la certeza y su relación con la comodidad, pero yo creo que además, nos invita a considerar la importancia de adaptarnos a la incertidumbre y a estar abiertos a la posibilidad de que nuestras creencias y convicciones puedan evolucionar con el tiempo. En lugar de aferrarnos a la certeza como un refugio seguro, debemos aprender a vivir con la ambigüedad y a aceptar que la vida está llena de situaciones impredecibles. En la música tengo dos muy buenos ejemplos para tratar de explicar mi “tesis”, primero está Bob Dylan, que es conocido por ser un cantante y compositor que aborda temas sociales y políticos en sus canciones, yThe Times They Are A-Changin' es precisamente la canción que marca mi visión sobre esta realidad, aquí Dylan reflexiona sobre la naturaleza inevitable del cambio y cómo las estructuras y creencias que una vez fueron sólidas pueden desmoronarse con el paso del tiempo. Por otro lado, uno de mis artistas latinos favoritos Jorge Drexler en su canciónNoctiluca nos lleva a un viaje introspectivo en el que reflexiona sobre su paternidad y la incertidumbre que esta trae consigo. La letra de la canción nos muestra a un Drexler que se encuentra en un momento de su vida en el que las certezas que antes tenía ya no son tan sólidas. La llegada de un hijo ha cambiado su perspectiva y le ha llevado a cuestionar muchas de las cosas que antes daba por sentado, no puedo sino más que sentirme biografiado en esta canción. Esta columna no busca ser una invitación al estrés o la depresión, más bien tiene como objetivo invitar a la reflexión positiva respecto a la perdida de las certezas en nuestras vidas, pues son nada más que la consecuencia de que la vida con el paso de los años va cobrando sentido y que el solo hecho de que le demos importancia a estos pasajes, nos confirma que somos tan humanos como mortales. Al aceptar la pérdida de certezas, también reconocemos nuestra propia humanidad y mortalidad. Nos damos cuenta de que somos seres finitos, con un tiempo limitado en este mundo. Esto nos invita a vivir de manera más consciente y a apreciar cada momento que tenemos. En lugar de temer a la incertidumbre, podemos aprender a abrazarla y encontrar significado en ella y decir tal como Drexler en su canción, que soy un convencidoque estoy en la edad que la certeza caduca.
El narcisismo es un término que ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente en el ámbito de la psicología y la salud mental. Se trata de un trastorno de la personalidad que se caracteriza por un excesivo amor propio, una obsesión por uno mismo y una falta de empatía hacia los demás. El narcisismo puede manifestarse de diversas formas, desde la vanidad y la arrogancia hasta la manipulación y la falta de escrúpulos. Este es un trastorno complejo que puede tener graves consecuencias para la persona que lo padece, así como para su entorno. Las personas narcisistas suelen tener dificultades para establecer relaciones sanas y duraderas, ya que su obsesión por sí mismas les impide conectar de manera auténtica con los demás. Además, su falta de empatía puede llevarles a manipular y utilizar a las personas que les rodean para satisfacer sus propias necesidades. Una persona narcisista tiende a ser egocéntrica, siempre buscando la admiración y el reconocimiento de los demás. Tiene una actitud de superioridad y desprecio hacia los demás, creyéndose por encima de las normas y reglas comunes. Tiende a ser manipuladora, buscando constantemente su propio beneficio sin importarle el impacto que pueda tener en los demás. Tiene dificultades para empatizar con los sentimientos y necesidades de los demás, ya que su foco principal es su propio bienestar. Tiende a ser envidiosa y resentida cuando no recibe la atención o el reconocimiento que cree merecer. Tiene una actitud de grandiosidad, exagerando sus logros y capacidades para alimentar su propio ego, esta condición lo pone en una constante competencia con todos sus entornos, donde no sabrá diferenciar con quien compite, pudiendo ser un adolescente o una persona de la tercera edad, pues su único fin será demostrar a través de su auto convencimiento que es superior a quien se pone en su camino. Detectar el narcisismo puede ser complicado, ya que las personas que lo padecen suelen ser muy hábiles para ocultar sus verdaderas intenciones. Sin embargo, existen algunas señales que pueden ayudarnos a identificar a un narcisista. Por ejemplo, suelen tener una gran necesidad de atención y admiración, son incapaces de aceptar críticas o de reconocer sus errores, y tienden a menospreciar a los demás para sentirse superiores, en muchos casos son capaces de utilizar sus fortalezas o sus debilidades con tal de conseguir lo que quieren y no necesariamente sus objetivos son beneficiarse, en muchos casos es perjudicar a los demás. Su grado de falta de empatía puede ser tan exagerado en algunos casos, que la desconexión emocional es evidente con sus propios hijos, donde públicamente o a través de las redes sociales se muestra afecto y en la intimidad del hogar absoluta despreocupación ellos. El narcisista merece descansar porque sus esfuerzos son superiores a los demás, aun cuando en la practica esto no es real, el(ella) intentará demostrar que su trabajo u obligaciones están por encima de su interlocutor(ra). En una relación de pareja esto puede llegar a ser aún más complejo, porque la manipulación a través de la victimisación en muchos casos lleva al(la) narcisista a amenazar constantemente con terminar la relación o matarse, esto por que comúnmente conocen demasiado bien las debilidades mentales de su pareja. Una vez detectado el narcisismo, es importante buscar ayuda profesional para abordar este trastorno. La terapia psicológica puede ser de gran ayuda para que la persona narcisista tome conciencia de su problema y aprenda a relacionarse de manera más saludable con los demás, situación que puede ser bastante difícil dado que la auto crítica no es una característica presente en este trastorno. Además, es vital que las personas que conviven con un(una) narcisista establezcan límites claros y no se dejen manipular por su comportamiento, pues no poner limites puede traer consecuencias grabes en el tiempo. En la sociedad actual, el narcisismo parece estar en alza, en parte debido al auge de las redes sociales y la cultura de la imagen propia. Las personas narcisistas suelen buscar constantemente la aprobación y la validación de los demás, y las redes sociales ofrecen una plataforma perfecta para alimentar su ego. Por eso, es importante fomentar una cultura del autoconocimiento y la autenticidad, en la que se valore la empatía y la conexión real con los demás por encima de la imagen y la apariencia. Hay que entender que el narcisismo es un trastorno de la personalidad que puede tener graves consecuencias para la persona que lo padece y para su entorno. Detectarlo puede ser difícil, pero es fundamental para poder abordarlo de manera adecuada. La terapia psicológica y el establecimiento de límites claros son herramientas clave para ayudar a las personas narcisistas a relacionarse de manera más saludable con los demás. Además, es importante fomentar una cultura del auto conocimiento y la autenticidad, en la que se valore la empatía y la conexión real con los demás. En muchos casos toca lidiar con esta realidad en situaciones laborales, cuestión bastante compleja cuando no se está preparado profesionalmente para sobre llevar esta realidad.
Parece un ejercicio muy básico, muy fácil de obtener. Matemática de primero básico, para ser más honestos. ¿Pero porque en la realidad es tan difícil llevarlo a cabo? Veo como los del 68% publican y “despotrican” en contra de los del 32%, quienes por su parte desde el día uno se han dedicado a ningunear el resultado del plebiscito de salida. Y desde una vereda de enfrente los miro, sintiendo que ambas cifras son parte de un mismo problema, donde claramente la solución a este, está en la sumatoria de estos números y su consecuente resultado. Me atrevo a especular que la transversalidad de ese resultado puede darnos productos muy beneficios, pensando en los tiempos que estamos viviendo. Por más que analizo y pienso, me pongo a mirar para atrás y veo un plebiscito de entrada contundente y macizo, donde una mayoría histórica, le pidió a gritos a la clase política de nuestro país, una nueva constitución. ¿Qué pasó? . Un sector de esa “clase política”, se atribuyó el triunfo, llegando a utilizar frases como “La nueva constitución la vamos a escribir nosotros y ustedes van a quedar fuera” . Al año siguiente viene el plebiscito de salida, donde otra vez una gran mayoría histórica ( superior a la anterior), aplastó la opción de aprobar la propuesta de nueva constitución en nuestro país. ¿Y qué pasó? . El otro sector de nuestra clase política, se atribuyó el triunfo, dando paso a frases como: “Estas son las condiciones o no apoyaremos una nueva constitución . Dejando ambas partes en evidencia, una notoria “Soberbia ideológica”, que trae como consecuencia el estancamiento de una sociedad completa. Dentro de mi sesgado análisis, me atrevo a elucubrar con una conclusión, y es que creo que nuestra “clase política” esta tan obsoleta, que ni siquiera tienen la capacidad de entender, que tanto en el plebiscito de entrada como en el de salida quienes ganaron fueron el 100%, es decir; LOS CHILENOS Y CHILENAS. Quienes quieren mejoras en temas estructurales, como las pensiones, salud, educación, vivienda, empleo, programas sociales, conflictos étnicos, medio ambiente, entre otros. Para mí no hay otra explicación que le dé sentido a la marcada diferencia entre ambos plebiscitos. Derechas e Izquierdas, es en esa abrumadora cifra incalculable de ambos plebiscitos, donde se esconden muchas y muchos compatriotas que a gritos les están diciendo, que ustedes son el problema. Que la solución a nuestra actual realidad, no puede ser manejada por una clase política en completa obsolescencia. Esa que se pone de acuerdo para firmar un acuerdo por la paz de manera transversal, para evitar que Chile explotara y que al salir de la sala donde este se firmó, comienzan a ver quién construye el mejor molino para traer la mayor cantidad de agua a “su sector” . Lo más seguro es que me va a tocar lidiar con aquellas palabras o frases con olor a insulto, que me han acompañado por años: AMARILLO – FACHO – COMUNACHO – MOMIO. “Es que tienes que ser parte de una de las dos”, “Es que no puedes ser ni chicha ni limoná” y “el equivocado eres tú” . Pero es en esta parte donde recuerdo aquella frase de un profesor en la universidad que me dijo “Germán, ellos se ríen de ti porque tú piensas diferente, pues mejor ríete tú de ellos, que piensan todos igual” . Y quizás tengan razón, estoy equivocado, lo más seguro moriré esperando ver que algún día esta gente logré entender que si ponemos como foco los problemas de la gran mayoría y dejamos de lado las lógicas ideológicas de cualquier índole, quizás “ese día” podremos comenzar a dar la solución a nuestras problemáticas. Porque al final de este texto, me gustaría pensar que he escrito una canción, donde quiero parafrasear a los que de manera muy hermosa y simple, supieron resumir la historia de su vida y la de muchos de nosotros… Hablo de Quelentaro… “Toda una vida guerreando Y la gente en las calles Una sociedad batallando ¡Somos todos, somos todos! ¡Lonconao!”
Mucho se habla de “Dahmer” , la exitosa serie de NETFLIX, que se ha tomado las redes sociales y es comentario cotidiano, para quienes la han visto, generando mucha aceptación y buena crítica. Para quienes no saben de qué se trata; cuenta la historia de Jeffrey Dahmer, un asesino en serie que violó y asesinó a quince homosexuales entre 1978 y 1991 en Estados Unidos. Devoró sus miembros y los manipuló mecánica y químicamente con fines que hasta el día de hoy son sujeto de estudio. El tribunal de Milwaukee le condenó a 15 cadenas perpetuas, pena que no cumplió, tras ser asesinado por un preso de la cárcel donde cumplía su condena. No es sobre los exitosos números, ni tampoco el evidente furor que ha causado esta serie donde quiero poner el foco. Es más bien en una de las preocupaciones del guion de esta serie, que me llamó poderosamente la atención. Desde un inicio que “tomé palco” y me acomodé para ver esta serie, pensé que sería una más de las exitosas historias de asesinos seriales, pero no, conforme pasan los minutos de esta trama, podemos ver como por medio de un relato anacrónico, la historia nos muestra la vida de Jeff Dahmer, desde que era un niño, con varios pasajes y etapas de su vida, marcados por el abandono y una crianza con evidente despreocupación por su formación. Es aquí donde me quiero detener, pues no pretendo justificar lo que el protagonista de esta historia hizo, pero si quiero recalcar el hecho de que no cabe duda que es el resultado de una crianza marcada por una figura paterna y materna muy ausente. Como adultos y con responsabilidades “paternales”, muchas veces pensamos que lo estamos haciendo muy bien, sobre todo cuando creemos que por ser permisivos o exigentes, estamos cumpliendo con nuestro rol. ¿Pero cuanto de lo que hacemos tiene que ver con nuestras propias trancas? ¿Cuánto tiene que ver con nuestra sesgada forma de ser? ¿En nuestro permisivismo o prohibicionismo, cuánto hay de comodidad? ¿Quiero educar para la vida o para que sean como yo? Estas y muchas preguntas más me han nacido desde que la vida me dio la posibilidad de ser padre. Y no escribo todo esto porque quiera dar una lección o por que quiera enseñar algo a alguien, escribo esto porque todavía sigo respondiéndome muchas de estas preguntas y con el paso del tiempo me van naciendo otras. Dado que en la universidad de la vida , no tenemos el ramo “Aprendamos a ser padres” , entonces toca aprender, con todo lo que esto significa. Y aquí es donde me hace sentido pensar en la trama de esta serie, porque en lo personal me ha tocado vivir el proceso de separación, tema que para el caso no es tema… “PARA NOSOTROS”. ¿Pero para ellos?... ¿Le damos la preocupación que merece a esta situación?. ¿Cuándo prohibimos que ell@s escuchen su música al volumen que les gusta, pero nosotros podemos escuchar la música de nuestro gusto a todo volumen? … o cuando ¿les prohibimos fumar porque es dañino para su salud y minutos más tarde te ven fumando un cigarro? Mismo tema con el alcohol. Y nuestra lógica es que somos adultos y que ya va a llegar su oportunidad cuando sean más grandes. Cuándo estamos debatiendo o discutiendo sobre un tema y resulta que porque el hecho de tener sus ideas propias y en muchos casos por la propia crianza que les damos, nos arrojan un buen argumento sobre la mesa y nos dejan callados, pero a pesar de eso y como somos los adultos, alzamos la voz y para no perder nuestra condición de “educador” , hablamos o gritamos más fuerte, para que ese buen argumento pase a demostrarle que el equivocado(a) es él(ella) y quienes estamos en lo correcto… ¿somos nosotros(as)? Insisto… No vengo a dar una enseñanza a nadie, ni mucho menos ponerme como ejemplo, porque tal como ustedes, me he caído en más de una oportunidad. Solo pretendo “dejarla dando bote” , a ver si la agarramos de primera y le damos un poco más de sentido a las cosas que estamos haciendo, o a las que no estamos haciendo, en torno a quienes no me cabe duda, tanto para ustedes como para mí, son lo más importante de nuestras vidas.
Es cotidiano y común escuchar a personas hablar mal de otras, de alguna manera lo hemos normalizado, ya sea por acciones, por apariencia física, motivaciones laborales o simplemente porque no hay una buena relación entre ellas. Este comportamiento crítico tiene como único fin conseguir diezmar, disminuir o poner mal a la otra persona. Pero, entenderan estos seres humanos que con esa actitud lo único que logran es todo lo contrario, me gustaría dejar plasmada aquí una frase que hace años hice mía, y es queLas personas no necesitan que hablen mal de ellas, solas hablan mal de sí mismas. Alguna vez les conté respecto a mi experiencia en un diplomado de psicología laboral, fue ahí que leí por primera vez sobre el trastorno paranoide de la personalidad, que se caracteriza por un patrón de desconfianza y suspicacia hacia los demás, lo que puede llevar a la interpretación errónea de las intenciones de los demás. Existe un Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales , el que dice que las personas con este trastorno pueden ser hipersensibles a las críticas, tener dificultades para confiar en los demás y delirios de superioridad. Algunos estudios psicológicos además han demostrado que el trastorno paranoide de la personalidad puede estar relacionado con experiencias traumáticas en la infancia, así como frustraciones y en varios casos por factores genéticos. Es curioso cómo algunas personas tienen tanto tiempo libre para dedicarse a observar y preocuparse por la vida de los demás y salir a esparcir en la comunidad las esporas de sus frustraciones. ¿No sería más productivo y beneficioso para ellos mismos si en lugar de perder su tiempo en chismes y cahuines, se enfocaran en emprender y mejorar su propia calidad de vida? Parece que algunos prefieren desperdiciar su tiempo en asuntos ajenos en lugar de enfocarse en su propio crecimiento y bienestar. Pero bueno, cada quien elige cómo utilizar su tiempo, ¿no? Aunque personalmente, creo que es mucho más gratificante y enriquecedor dedicarte a construirte mejor a ti mismo en lugar de perderse en la vida de los demás. Por otro lado, las personas felices y satisfechas con sus vidas tienden a no dedicarse a hablar mal de los demás. En lugar de enfocarse en criticar a los demás, estas personas suelen dedicar su tiempo y energía en actividades que les brindan alegría y satisfacción. Además, se ha demostrado que las personas que se enfocan en el crecimiento personal y el desarrollo de sus habilidades tienden a tener una mayor sensación de bienestar y satisfacción con sus vidas. En mi experiencia personal, he tomado la decisión de no dar importancia a ciertas personas que no aportan nada positivo a mi vida, literalmente y en buen chileno no las pesco. Esta elección ha sido liberadora para mí ¿y saben qué? es sano, es terapéutico. Pero ojo, esa persona que en este caso es víctima de tu indiferencia puede reaccionar de múltiples maneras, puede agudizar aún más su necesidad de andar hablando mal de ti, puede comenzar a notar tu indiferencia y demostrar que le afecta o definitivamente entender el mensaje y cortar su estupidez (por decirlo en bonito). En cualquier caso, mantenerme firme en mi decisión de no prestar atención a personas tóxicas es una forma de protegerme y cuidar mi bienestar emocional. Al final del día eso es lo que realmente importa, estar bien, tranquilo, rodearte de las personas que te aportan, para todo lo demás existe la indiferencia, y de todo corazón se los digo… FUNCIONA. Yo lo he notado. Para mi por ejemplo escribir es muy terapéutico, no se si lo que escribo en cada una de mis columnas es bueno, malo, gusta, sirve o quizás no. Pero lo hago y tengo la capacidad y por suerte un medio que confía en eso y me brinda la plataforma para hacerlo. Pero de lo que no me puedo hacer cargo es de como las personas interpretan lo que leen y mucho menos cuanto les pueda llegar el mensaje, eso es algo que va a depender de cada uno, pero si este mensaje te llegó directamente y te afecta, te recomendaría escuchar al humorista Álvaro Salas y darle sentido a su rutina del “tení que hacerte ver”.
A lo largo de la vida, es natural que nuestras creencias y decisiones evolucionen a medida que adquirimos nuevas experiencias, conocimientos y perspectivas. A menudo, cuando fuimos jóvenes, tuvimos tendencia a mostrarnos más seguros de nuestras convicciones y decisiones, ya que no fuimos tan expuestos a la complejidad y la incertidumbre que la vida puede presentar. Sin embargo, a medida que envejecemos, es común que la certeza que una vez tuvimos comience a desvanecerse, ya que nos enfrentamos a situaciones que desafían nuestras creencias y nos obligan a cuestionar nuestras propias decisiones. Este proceso de cuestionamiento y cambio puede ser especialmente evidente en la mediana edad, cuando las personas suelen experimentar una re-evaluación de sus metas, valores y creencias. Las responsabilidades familiares, las presiones laborales y las experiencias personales pueden llevar a una mayor reflexión sobre la vida y a un replanteamiento de lo que antes se consideraba muy seguro. Además, a medida que los años han ido galopando, me he visto enfrentado a la realidad de nuestra propia mortalidad, situación que a profundizado mi necesidad de introspección y a una re-consideración de creencias, amistades y múltiples situaciones en la vida. Este proceso ha sido en extremo desafiante, ya que he tenido que sortearlo con mi diagnosticada ansiedad y esta adquirida capacidad de ver la vida de manera distinta que me la otorgó el hecho de ser padre. El autor Britanico George Eliot dijo; La certeza es solo una ilusión que nos proporciona comodidad temporal ,No hay que ser un erudito para resumir que nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la certeza y su relación con la comodidad, pero yo creo que además, nos invita a considerar la importancia de adaptarnos a la incertidumbre y a estar abiertos a la posibilidad de que nuestras creencias y convicciones puedan evolucionar con el tiempo. En lugar de aferrarnos a la certeza como un refugio seguro, debemos aprender a vivir con la ambigüedad y a aceptar que la vida está llena de situaciones impredecibles. En la música tengo dos muy buenos ejemplos para tratar de explicar mi “tesis”, primero está Bob Dylan, que es conocido por ser un cantante y compositor que aborda temas sociales y políticos en sus canciones, yThe Times They Are A-Changin' es precisamente la canción que marca mi visión sobre esta realidad, aquí Dylan reflexiona sobre la naturaleza inevitable del cambio y cómo las estructuras y creencias que una vez fueron sólidas pueden desmoronarse con el paso del tiempo. Por otro lado, uno de mis artistas latinos favoritos Jorge Drexler en su canciónNoctiluca nos lleva a un viaje introspectivo en el que reflexiona sobre su paternidad y la incertidumbre que esta trae consigo. La letra de la canción nos muestra a un Drexler que se encuentra en un momento de su vida en el que las certezas que antes tenía ya no son tan sólidas. La llegada de un hijo ha cambiado su perspectiva y le ha llevado a cuestionar muchas de las cosas que antes daba por sentado, no puedo sino más que sentirme biografiado en esta canción. Esta columna no busca ser una invitación al estrés o la depresión, más bien tiene como objetivo invitar a la reflexión positiva respecto a la perdida de las certezas en nuestras vidas, pues son nada más que la consecuencia de que la vida con el paso de los años va cobrando sentido y que el solo hecho de que le demos importancia a estos pasajes, nos confirma que somos tan humanos como mortales. Al aceptar la pérdida de certezas, también reconocemos nuestra propia humanidad y mortalidad. Nos damos cuenta de que somos seres finitos, con un tiempo limitado en este mundo. Esto nos invita a vivir de manera más consciente y a apreciar cada momento que tenemos. En lugar de temer a la incertidumbre, podemos aprender a abrazarla y encontrar significado en ella y decir tal como Drexler en su canción, que soy un convencidoque estoy en la edad que la certeza caduca.
El narcisismo es un término que ha cobrado relevancia en los últimos años, especialmente en el ámbito de la psicología y la salud mental. Se trata de un trastorno de la personalidad que se caracteriza por un excesivo amor propio, una obsesión por uno mismo y una falta de empatía hacia los demás. El narcisismo puede manifestarse de diversas formas, desde la vanidad y la arrogancia hasta la manipulación y la falta de escrúpulos. Este es un trastorno complejo que puede tener graves consecuencias para la persona que lo padece, así como para su entorno. Las personas narcisistas suelen tener dificultades para establecer relaciones sanas y duraderas, ya que su obsesión por sí mismas les impide conectar de manera auténtica con los demás. Además, su falta de empatía puede llevarles a manipular y utilizar a las personas que les rodean para satisfacer sus propias necesidades. Una persona narcisista tiende a ser egocéntrica, siempre buscando la admiración y el reconocimiento de los demás. Tiene una actitud de superioridad y desprecio hacia los demás, creyéndose por encima de las normas y reglas comunes. Tiende a ser manipuladora, buscando constantemente su propio beneficio sin importarle el impacto que pueda tener en los demás. Tiene dificultades para empatizar con los sentimientos y necesidades de los demás, ya que su foco principal es su propio bienestar. Tiende a ser envidiosa y resentida cuando no recibe la atención o el reconocimiento que cree merecer. Tiene una actitud de grandiosidad, exagerando sus logros y capacidades para alimentar su propio ego, esta condición lo pone en una constante competencia con todos sus entornos, donde no sabrá diferenciar con quien compite, pudiendo ser un adolescente o una persona de la tercera edad, pues su único fin será demostrar a través de su auto convencimiento que es superior a quien se pone en su camino. Detectar el narcisismo puede ser complicado, ya que las personas que lo padecen suelen ser muy hábiles para ocultar sus verdaderas intenciones. Sin embargo, existen algunas señales que pueden ayudarnos a identificar a un narcisista. Por ejemplo, suelen tener una gran necesidad de atención y admiración, son incapaces de aceptar críticas o de reconocer sus errores, y tienden a menospreciar a los demás para sentirse superiores, en muchos casos son capaces de utilizar sus fortalezas o sus debilidades con tal de conseguir lo que quieren y no necesariamente sus objetivos son beneficiarse, en muchos casos es perjudicar a los demás. Su grado de falta de empatía puede ser tan exagerado en algunos casos, que la desconexión emocional es evidente con sus propios hijos, donde públicamente o a través de las redes sociales se muestra afecto y en la intimidad del hogar absoluta despreocupación ellos. El narcisista merece descansar porque sus esfuerzos son superiores a los demás, aun cuando en la practica esto no es real, el(ella) intentará demostrar que su trabajo u obligaciones están por encima de su interlocutor(ra). En una relación de pareja esto puede llegar a ser aún más complejo, porque la manipulación a través de la victimisación en muchos casos lleva al(la) narcisista a amenazar constantemente con terminar la relación o matarse, esto por que comúnmente conocen demasiado bien las debilidades mentales de su pareja. Una vez detectado el narcisismo, es importante buscar ayuda profesional para abordar este trastorno. La terapia psicológica puede ser de gran ayuda para que la persona narcisista tome conciencia de su problema y aprenda a relacionarse de manera más saludable con los demás, situación que puede ser bastante difícil dado que la auto crítica no es una característica presente en este trastorno. Además, es vital que las personas que conviven con un(una) narcisista establezcan límites claros y no se dejen manipular por su comportamiento, pues no poner limites puede traer consecuencias grabes en el tiempo. En la sociedad actual, el narcisismo parece estar en alza, en parte debido al auge de las redes sociales y la cultura de la imagen propia. Las personas narcisistas suelen buscar constantemente la aprobación y la validación de los demás, y las redes sociales ofrecen una plataforma perfecta para alimentar su ego. Por eso, es importante fomentar una cultura del autoconocimiento y la autenticidad, en la que se valore la empatía y la conexión real con los demás por encima de la imagen y la apariencia. Hay que entender que el narcisismo es un trastorno de la personalidad que puede tener graves consecuencias para la persona que lo padece y para su entorno. Detectarlo puede ser difícil, pero es fundamental para poder abordarlo de manera adecuada. La terapia psicológica y el establecimiento de límites claros son herramientas clave para ayudar a las personas narcisistas a relacionarse de manera más saludable con los demás. Además, es importante fomentar una cultura del auto conocimiento y la autenticidad, en la que se valore la empatía y la conexión real con los demás. En muchos casos toca lidiar con esta realidad en situaciones laborales, cuestión bastante compleja cuando no se está preparado profesionalmente para sobre llevar esta realidad.
Parece un ejercicio muy básico, muy fácil de obtener. Matemática de primero básico, para ser más honestos. ¿Pero porque en la realidad es tan difícil llevarlo a cabo? Veo como los del 68% publican y “despotrican” en contra de los del 32%, quienes por su parte desde el día uno se han dedicado a ningunear el resultado del plebiscito de salida. Y desde una vereda de enfrente los miro, sintiendo que ambas cifras son parte de un mismo problema, donde claramente la solución a este, está en la sumatoria de estos números y su consecuente resultado. Me atrevo a especular que la transversalidad de ese resultado puede darnos productos muy beneficios, pensando en los tiempos que estamos viviendo. Por más que analizo y pienso, me pongo a mirar para atrás y veo un plebiscito de entrada contundente y macizo, donde una mayoría histórica, le pidió a gritos a la clase política de nuestro país, una nueva constitución. ¿Qué pasó? . Un sector de esa “clase política”, se atribuyó el triunfo, llegando a utilizar frases como “La nueva constitución la vamos a escribir nosotros y ustedes van a quedar fuera” . Al año siguiente viene el plebiscito de salida, donde otra vez una gran mayoría histórica ( superior a la anterior), aplastó la opción de aprobar la propuesta de nueva constitución en nuestro país. ¿Y qué pasó? . El otro sector de nuestra clase política, se atribuyó el triunfo, dando paso a frases como: “Estas son las condiciones o no apoyaremos una nueva constitución . Dejando ambas partes en evidencia, una notoria “Soberbia ideológica”, que trae como consecuencia el estancamiento de una sociedad completa. Dentro de mi sesgado análisis, me atrevo a elucubrar con una conclusión, y es que creo que nuestra “clase política” esta tan obsoleta, que ni siquiera tienen la capacidad de entender, que tanto en el plebiscito de entrada como en el de salida quienes ganaron fueron el 100%, es decir; LOS CHILENOS Y CHILENAS. Quienes quieren mejoras en temas estructurales, como las pensiones, salud, educación, vivienda, empleo, programas sociales, conflictos étnicos, medio ambiente, entre otros. Para mí no hay otra explicación que le dé sentido a la marcada diferencia entre ambos plebiscitos. Derechas e Izquierdas, es en esa abrumadora cifra incalculable de ambos plebiscitos, donde se esconden muchas y muchos compatriotas que a gritos les están diciendo, que ustedes son el problema. Que la solución a nuestra actual realidad, no puede ser manejada por una clase política en completa obsolescencia. Esa que se pone de acuerdo para firmar un acuerdo por la paz de manera transversal, para evitar que Chile explotara y que al salir de la sala donde este se firmó, comienzan a ver quién construye el mejor molino para traer la mayor cantidad de agua a “su sector” . Lo más seguro es que me va a tocar lidiar con aquellas palabras o frases con olor a insulto, que me han acompañado por años: AMARILLO – FACHO – COMUNACHO – MOMIO. “Es que tienes que ser parte de una de las dos”, “Es que no puedes ser ni chicha ni limoná” y “el equivocado eres tú” . Pero es en esta parte donde recuerdo aquella frase de un profesor en la universidad que me dijo “Germán, ellos se ríen de ti porque tú piensas diferente, pues mejor ríete tú de ellos, que piensan todos igual” . Y quizás tengan razón, estoy equivocado, lo más seguro moriré esperando ver que algún día esta gente logré entender que si ponemos como foco los problemas de la gran mayoría y dejamos de lado las lógicas ideológicas de cualquier índole, quizás “ese día” podremos comenzar a dar la solución a nuestras problemáticas. Porque al final de este texto, me gustaría pensar que he escrito una canción, donde quiero parafrasear a los que de manera muy hermosa y simple, supieron resumir la historia de su vida y la de muchos de nosotros… Hablo de Quelentaro… “Toda una vida guerreando Y la gente en las calles Una sociedad batallando ¡Somos todos, somos todos! ¡Lonconao!”
Mucho se habla de “Dahmer” , la exitosa serie de NETFLIX, que se ha tomado las redes sociales y es comentario cotidiano, para quienes la han visto, generando mucha aceptación y buena crítica. Para quienes no saben de qué se trata; cuenta la historia de Jeffrey Dahmer, un asesino en serie que violó y asesinó a quince homosexuales entre 1978 y 1991 en Estados Unidos. Devoró sus miembros y los manipuló mecánica y químicamente con fines que hasta el día de hoy son sujeto de estudio. El tribunal de Milwaukee le condenó a 15 cadenas perpetuas, pena que no cumplió, tras ser asesinado por un preso de la cárcel donde cumplía su condena. No es sobre los exitosos números, ni tampoco el evidente furor que ha causado esta serie donde quiero poner el foco. Es más bien en una de las preocupaciones del guion de esta serie, que me llamó poderosamente la atención. Desde un inicio que “tomé palco” y me acomodé para ver esta serie, pensé que sería una más de las exitosas historias de asesinos seriales, pero no, conforme pasan los minutos de esta trama, podemos ver como por medio de un relato anacrónico, la historia nos muestra la vida de Jeff Dahmer, desde que era un niño, con varios pasajes y etapas de su vida, marcados por el abandono y una crianza con evidente despreocupación por su formación. Es aquí donde me quiero detener, pues no pretendo justificar lo que el protagonista de esta historia hizo, pero si quiero recalcar el hecho de que no cabe duda que es el resultado de una crianza marcada por una figura paterna y materna muy ausente. Como adultos y con responsabilidades “paternales”, muchas veces pensamos que lo estamos haciendo muy bien, sobre todo cuando creemos que por ser permisivos o exigentes, estamos cumpliendo con nuestro rol. ¿Pero cuanto de lo que hacemos tiene que ver con nuestras propias trancas? ¿Cuánto tiene que ver con nuestra sesgada forma de ser? ¿En nuestro permisivismo o prohibicionismo, cuánto hay de comodidad? ¿Quiero educar para la vida o para que sean como yo? Estas y muchas preguntas más me han nacido desde que la vida me dio la posibilidad de ser padre. Y no escribo todo esto porque quiera dar una lección o por que quiera enseñar algo a alguien, escribo esto porque todavía sigo respondiéndome muchas de estas preguntas y con el paso del tiempo me van naciendo otras. Dado que en la universidad de la vida , no tenemos el ramo “Aprendamos a ser padres” , entonces toca aprender, con todo lo que esto significa. Y aquí es donde me hace sentido pensar en la trama de esta serie, porque en lo personal me ha tocado vivir el proceso de separación, tema que para el caso no es tema… “PARA NOSOTROS”. ¿Pero para ellos?... ¿Le damos la preocupación que merece a esta situación?. ¿Cuándo prohibimos que ell@s escuchen su música al volumen que les gusta, pero nosotros podemos escuchar la música de nuestro gusto a todo volumen? … o cuando ¿les prohibimos fumar porque es dañino para su salud y minutos más tarde te ven fumando un cigarro? Mismo tema con el alcohol. Y nuestra lógica es que somos adultos y que ya va a llegar su oportunidad cuando sean más grandes. Cuándo estamos debatiendo o discutiendo sobre un tema y resulta que porque el hecho de tener sus ideas propias y en muchos casos por la propia crianza que les damos, nos arrojan un buen argumento sobre la mesa y nos dejan callados, pero a pesar de eso y como somos los adultos, alzamos la voz y para no perder nuestra condición de “educador” , hablamos o gritamos más fuerte, para que ese buen argumento pase a demostrarle que el equivocado(a) es él(ella) y quienes estamos en lo correcto… ¿somos nosotros(as)? Insisto… No vengo a dar una enseñanza a nadie, ni mucho menos ponerme como ejemplo, porque tal como ustedes, me he caído en más de una oportunidad. Solo pretendo “dejarla dando bote” , a ver si la agarramos de primera y le damos un poco más de sentido a las cosas que estamos haciendo, o a las que no estamos haciendo, en torno a quienes no me cabe duda, tanto para ustedes como para mí, son lo más importante de nuestras vidas.