En cada periodo de elecciones, las encuestas resurgen como una brújula para anticipar el sentir ciudadano. Sin embargo, en este 2025 marcado por elecciones parlamentarias y presidenciales, muchos se preguntan: ¿siguen siendo las encuestas una herramienta confiable o han perdido credibilidad ante la ciudadanía? Según diversos sondeos, un número creciente de personas declara no confiar en las encuestas políticas. Las razones van desde errores en predicciones anteriores, hasta la percepción de que las encuestadoras estarían influenciadas por intereses políticos o mediáticos. Frases como “las encuestas las gana quien las paga” o “jamas me han llamado” se repiten con frecuencia entre los ciudadanos. En redes sociales, la opinión pública oscila entre la desconfianza y la indiferencia. “Siempre dicen que gana uno y termina saliendo otro”, comenta Danilo, un vecino de Angol. “Ya no les creo nada”. Otros, en cambio, las ven como una foto del momento, útil pero no determinante. Hicimos el ejercicio de una encuesta en 3 grupos de Whattsap de diversas motivaciones y extrajimos resultados de una encuesta sobre las encuestas. Desde las empresas encuestadoras, defienden su trabajo: explican que las encuestas no son predicciones, sino mediciones acotadas a un momento determinado, sujetas al margen de error y a la disposición de los encuestados. “El problema no son las encuestas, es cómo se interpretan”, señaló un experto del rubro. En este escenario, la percepción social de las encuestas se transforma también en un fenómeno político: confiar o no en ellas se ha vuelto casi un acto ideológico. Y aunque su influencia aún pesa en la estrategia de los candidatos y en el debate público, la ciudadanía parece cada vez más cauta. Con todo, lo cierto es que mientras más se acercan las elecciones, más se hablará de encuestas. Pero si reflejan la realidad o solo la moldean, es algo que el voto popular terminará, una vez más, por definir.
En cada periodo de elecciones, las encuestas resurgen como una brújula para anticipar el sentir ciudadano. Sin embargo, en este 2025 marcado por elecciones parlamentarias y presidenciales, muchos se preguntan: ¿siguen siendo las encuestas una herramienta confiable o han perdido credibilidad ante la ciudadanía? Según diversos sondeos, un número creciente de personas declara no confiar en las encuestas políticas. Las razones van desde errores en predicciones anteriores, hasta la percepción de que las encuestadoras estarían influenciadas por intereses políticos o mediáticos. Frases como “las encuestas las gana quien las paga” o “jamas me han llamado” se repiten con frecuencia entre los ciudadanos. En redes sociales, la opinión pública oscila entre la desconfianza y la indiferencia. “Siempre dicen que gana uno y termina saliendo otro”, comenta Danilo, un vecino de Angol. “Ya no les creo nada”. Otros, en cambio, las ven como una foto del momento, útil pero no determinante. Hicimos el ejercicio de una encuesta en 3 grupos de Whattsap de diversas motivaciones y extrajimos resultados de una encuesta sobre las encuestas. Desde las empresas encuestadoras, defienden su trabajo: explican que las encuestas no son predicciones, sino mediciones acotadas a un momento determinado, sujetas al margen de error y a la disposición de los encuestados. “El problema no son las encuestas, es cómo se interpretan”, señaló un experto del rubro. En este escenario, la percepción social de las encuestas se transforma también en un fenómeno político: confiar o no en ellas se ha vuelto casi un acto ideológico. Y aunque su influencia aún pesa en la estrategia de los candidatos y en el debate público, la ciudadanía parece cada vez más cauta. Con todo, lo cierto es que mientras más se acercan las elecciones, más se hablará de encuestas. Pero si reflejan la realidad o solo la moldean, es algo que el voto popular terminará, una vez más, por definir.